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miércoles, 26 de febrero de 2014

COHERENCIAS: Por Roberto Fulcar I¿Cuál Pacto Educativo? (2)

Publicado por: , el 8 de diciembre de 2013
http://elpaisdominicano.do/2013/12/08/cual-pacto-educativo-2/
                         
Claramente reafirmamos nuestro convencimiento sobre la necesidad de un pacto educativo, y el coherente compromiso de colaborar con todo esfuerzo serio al respecto; pero sin declinar la postura de que no hablamos de cualquier pacto educativo, pues aún, utilizando las mismas denominaciones, podríamos estar refiriéndonos a cosas totalmente distintas y hasta contrapuestas.


Una mirada retrospectiva al curso de la educación en la República Dominicana permite identificar, con mínimo de esfuerzo investigativo, un círculo vicioso que tiene como punto de partida y punto de llegada la escasez, evidenciada tanto en la limitación de insumos de todas las especies y la pírrica adecuación de los procesos, como en el deficiente papel de los actores directos e indirectos y el consecuente déficit en los resultados.



Esa impronta de la escasez se sufre en todo el sistema educativo, y se expresa en la casi nula visión estratégica del gobierno educativo, en la desarticulación de la educación con un proyecto de Nación y con los sectores productivos, en la pírrica inversión destinada al sector, hasta que la determinación de la sociedad obligó al poder político a la aplicación del 4% del PIB, que ordena la Ley General de Educación No.66´97, y en la falta de continuidad en la implementación de planes que pasan sin pena ni gloria, uno tumbando al otro, como hacen con sus canciones los artistas mas pegados.



Otras expresiones de escasez las encontramos en el casi inexistente control de un sistema educativo que es muy poco lo que hace en cuanto a seguimiento, supervisión, evaluación, investigación, acompañamiento y socialización de experiencias. Con tantas deficiencias en los insumos y también en los procesos -incluyendo el nivel de eficiencia-, es lógico esperar resultados de baja calidad, carentes de satisfactores y de muy bajo impacto educativo y social.



Concretamente, la inversión de calidad –referida a la disposición de los recursos requeridos y a la corrección de su inversión-, la atención en áreas cruciales como la educación temprana, las políticas de inclusión y equidad, el cuidado de la pertinencia y relevancia de los propósitos educacionales, los planes, competencias y perfiles, la eficiencia de la gestión y la transparencia del sistema, cuya ausencia se ha convertido en parte de la marca del sistema educativo dominicano, constituyen una situación de la cual nadie debe esperar ni eficacia, ni éxito escolar ni calidad de la educación.

Sin abordar a fondo y con toda la seriedad este discurrir de la educación que nuestro Estado sirve a sus ciudadanos y ciudadanas, podríamos andar bordeando las formas sin posibilidades de erradicar el problema en su raíz. Un grave problema estratégico que no se limita a la educación, sino que, por vía de ella, es generador de exclusión social, inequidad, insalubridad, pobreza, violencia, delincuencia, atraso, incompetitividad, subdesarrollo y consecuente debilitamiento como Nación.



Necesario es compartir la profunda preocupación por las señales oficiales que están sirviendo de preámbulo a la concertación del Pacto Educativo, propuesto por el gobierno de la República. Tales señales, emanadas unas desde el propio Palacio Nacional, y otras desde el Ministerio de Educación, constituyen lamentables augurios acerca del rumbo por el cual se pretende marchar, asunto que trataremos en la próxima entrega.

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