"Dios me libre de ser imparcial frente a tantas cosas serias
que reclaman militancias!". Fulcar (2006)
que reclaman militancias!". Fulcar (2006)
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Coherencia Testaruda
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Cada día, la coherencia se vuelve el atributo mas pesado, carga menos llevadera, costosa opción que se vuelve fardo de principios y pesares, de satisfacciones interiores y anunciados riesgos sin calcular, en una sociedad sin miramientos, red de apetencias individuales que no reparan en medios.
Hay que llegar y eso es lo que importa, hay que tener y ha de ser ahora, hay que ser a cualquier precio, hay que poder aunque se rompa el alba, hay que imponerse o que se hunda la tarde. Aquí, los fines no son mas que bultos brillantes avistados a distancia, a cuyo alcance corremos despavoridos sin reparar el daño dejado en el camino.
Eso si, discurso habrá siempre en abundancia, en reclamos de virtudes no mas que declaradas, como postulaciones huecas de luces interiores que jamás iluminan las conductas; son confesiones moralistas lejanas de la práctica, palabras abundantes a las que los hechos no suelen honrar. Es la moral de mil colores que sabe tejer discursos de ocasión, bajo los mismos fundamentos para defender el día que para santificar la noche.
Como el mono, hay quienes lanzan ensordecentes gritos éticos, a la vez que se baten duro el pecho proclamando la incontestabilidad de sus rectitudes, para dejarse ver mas tarde con las manos atrapadas en la calabaza, tras unas cuantas vainas de maní. Da pena ver la coherencia pasearse en minifaldas, dejando caer a su paso inocultables oportunismos pragmatistas.
No son dos ni son tres, son muchos más, no son la marca de una generación, sino confusa alianza etaria; no son los de un color, sino amalgama variopinta. Insisto que son muchos, suficientes para hacer tortuoso el presente, aunque no para impedir el porvenir y sus nuevos paradigmas.
No lo impedirán porque, como luz en la otra cara de la vida, para algunos testarudos la coherencia aumenta su atractivo cuanto más costosa y pesada la vuelven los incoherentes. ¡ay del porvenir si no hubiese más lomos para la coherencia!, ¡ay de la esperanza, si dejasen de existir los coherentes testarudos!
