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miércoles, 26 de febrero de 2014

COHERENCIAS: por Roberto Fulcar ¿Cuál Pacto Educativo? /4.

Publicado por: elpaisdominicano.com, el 17 de enero de 2014
http://elpaisdominicano.do/2014/01/17/coherencias-cual-pacto-educativo-4/  


Presencialidad, Semipresencialidad y Virtualidad.


Otro hecho que envía señales muy distantes a una voluntad real y sincera, de comenzar a hacer las cosas en el sector educativo de forma distinta, lo constituyen las recientes declaraciones de la ministra de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Mtra. Ligia Amada Melo, en las que informó su intención de clausurar los programas de la carrera de educación que tienen lugar bajo la modalidad semipresencial.



La ministra justificó su sorprendente postura aduciendo que los resultados de las consultas del Pacto por la Educación revelan serias preocupaciones de la población sobre la formación de los maestros. Al respecto, cabe preguntarse, si las “preocupaciones de la población” -cuya medición desconozco- son suficiente fundamento para sustentar tal planteamiento técnico-pedagógico-metodológico, o si en medio de un proceso de concertación social, como se supone debe ser la formulación del Pacto Educativo, es apropiado presentar unilateralmente una decisión como esa.
Hay una evidente contradicción entre la formulación de un pacto social por la educación, cuya sola mención da la idea de pluralidad, participación y concertación, y las decisiones o intento de adopción de medidas que pudieran obedecer a otras motivaciones que nada tienen que ver con los múltiples cambios de que requiere nuestro sistema educativo. Ese es, políticamente, otro mensaje errado, enviado innecesariamente, pues es, por demás, de cuestionables fundamentos.
De entrada, pocos se atreven a discutir hoy el lugar de la equidad y la inclusión en la multifactorialidad de la calidad de la educación, siendo asunto consabido que mayor calidad se le reconoce a un sistema educativo cuanto más incluye, cuantas más brechas de oportunidades cierra. La educación no presencial constituye una herramienta que contribuye a la facilitación de oportunidades de educación a ciudadanos y ciudadanas con obstáculos relacionados con las distancias, con las condiciones laborales, entre otros.
Por otro lado, el tiempo dedicado a la educación constituye un factor de calidad, pero ello no significa que más tiempo presencial sea necesariamente sinónimo de mayor nivel de calidad. Lo que va a definir el nivel de logro en las instituciones de educación superior no es la presencia de los estudiantes en las aulas universitarias, recibiendo discursos de sus maestros, sino la pertinencia y relevancia de los planes de estudio, el nivel de compromiso de ellos con los propósitos educacionales, su dedicación, la adecuación de los medios utilizados y la eficacia de las estrategias implementadas.
La semipresencialidad es una modalidad educativa reconocida hoy como válida por el mundo educativo, constituida ya en tendencia por su valor inclusivo y su aporte al abaratamiento de los costos educacionales, entre otros méritos. Contrario a regresar esa tendencia de la semipresencialidad a la presencialidad, lo que se identifica es el surgimiento, con gran expectativa, de la virtualidad, como modalidad educativa para la educación superior.
El carácter activo, propiciador de autonomía y autoaprendizaje de la semipresencialidad y la virtualidad es otra característica relevante que lo hace superior al modelo presencial. Más oportunidades, mayor flexibilidad son aportes de la semipresencialidad y la virtualidad que no debemos desaprovechar, a menos que pretendamos marchar en sentido contrario a la tendencia.
La base de este cambio dramático en la educación se encuentra en el revolucionario desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, especialmente las que son vinculables y explotables en los procesos educativos. Ellas aportan la fuente instrumental para el tránsito de los estudiantes de vasos para ser llenados, como en la lógica del viejo modelo, a fuego para ser encendido, como en la dinámica de las nuevas tendencias en las que ellos se perciben como protagonistas, dinámicos, críticos, creativos.
Naturalmente, ni la presencialidad ni la semipresencialidad ni la virtualidad, ningún modelo, puede ser echado a correr sin control; es decir, sin planeamiento, sin acompañamiento, sin supervisión, sin monitoreo, sin evaluación y sin investigación; ese es el modelo del desorden que tanto mal ha hecho a nuestro sistema educativo. Pero ese es tema para otra entrega.

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