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miércoles, 26 de febrero de 2014

COHERENCIAS: A Menoscal y Julio, testigos de lo pequeño en la UASD

Publicado por: elpaisdominicano.com, el 2 de febrero de 2014
http://elpaisdominicano.do/2014/02/02/coherencias-a-menoscal-y-julio-testigos-de-lo-pequeno-en-la-uasd/


Leí la crónica de Julio Acosta (nunca he podido incluir el apellido Guzmán cuando lo menciono), sobre los incidentes violentos ocurridos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD- el sábado 15 del corriente y, entre lamento y sátira, construí una jocosa explicación:

Me dije, bueno, como la UASD es una academia de altos estudios, donde lo que se hace es construir conocimientos, y teniendo ella en la alforja de su memoria histórica tantas balas, bombas, represión y otras agresiones en su contra, es entendible que la universidad aprendiera también a disparar, ascendiendo a un nivel de autosuficiencia en la que ya no necesita de “…la maldita policía” para agredirse.

Pero al leer la crónica de Menoscal Reynoso (desde que descolló como escritor dejó de utilizar el nombre Rafael, sin que yo sepa por qué) me refrené, diciéndome que estaba yo construyendo bromas en base a un asunto serio y preocupante. Y en mi cabeza empezaron su activación cables más serios y reflexivos.

Dos viejos amigos, Menoscal y Acosta, estuvieron en el vientre del riesgo, acariciando el sonido de disparos, sorteando el tropel despavorido de uasdianos víctimas de la violencia sin causa, recibiendo agresión en su papel de periodistas que procuraban enseñar en las páginas de elpaísdominicano.do, el joven espacio periodístico que, con amor y sacrificio saca adelante Menoscal, con la complicidad de amigos y camaradas.

“Y pudo ser una muerte sin causa alguna. No estábamos exigiendo un mayor presupuesto para la universidad, como tantas veces. Ni luchábamos contra los doce años de gobierno balaguerista”, se lamenta Acosta, sensible como ha sido toda su vida.
Era la UASD contra la UASD, prestándose al juego sutil de roses tendenciales de un poder que a la universidad le es distante y ajeno, o peor aún, defendiendo a capa y espada beneficios que se les restan a la investigación y la extensión, a la docencia y la ciencia; inmediatos, individuales y puntuales.

Uno se resiste a creer que la universidad de los compromisos y los sacrificios, de la dignidad y la solidaridad, decore a tiros la coronación de sus claustros. Ay, mi inolvidable Guarocuya Batista del Villar!

Pero como cada historia presente tiene una historia pretérita, regreso mi recuerdo a las vísperas de los tiros y recreo una abrumadora y costosa campaña publicitaria, gráfica, televisiva, radial, de pomposos eventos, de lobysmos y amarres, de carísimos desmontes de candidaturas, disputándose apenas un par de miles de votos, y no puede uno sino concluir en que tantos intereses en juego no podía menos que aderezarse a balas.

Hace unos años ya, unos amigos de la UASD se encargaron de convencerme de que no es mentira que, en la Primada de América, gente se hace millonaria allí con el presupuesto de una pobre universidad que siempre vive en las carencias.

Por esas coincidencias de la vida, al leer el reporte de Julio Acosta y “A un tramo de la muerte: Crónica de una historia de terror en la UASD”, de Menoscal, recordé que, justo a esa hora, dos profesores de la UASD me habían narrado por teléfono lo que allí estaba ocurriendo, justo en el momento referido por las crónicas, porque estaban presentes, uno de ellos mencionado por Acosta, mi compañero y amigo Henry Blanco.

De manera que compartieron ese penoso momento, como testigos en riesgo de lo pequeño en la UASD; por lo que de haber ocurrido lo peor, yo hubiese sido perjudicado por partida cuádruple.

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