Compartir cada día la construcción de ideas, sueños, esperanzas; y también la lucha con las dudas, los desvelos y las angustias; dibujando a cada instante, colectivamente, los trazos del porvenir. De eso se trata...!

sábado, 13 de septiembre de 2008

Posturas Firmes

"Dios me libre de ser imparcial frente a tantas cosas serias
que reclaman militancias!". Fulcar (2006)
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La Educación es el Puente entre el Futuro y el Presente
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(Intervención en el Acto de Graduación del Doctorado en Liderazgo Educacional, impartido por la Nova Southeastern University y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), el sábado 02 de abril del 2005, en los salones de la Casa “San Pablo”

Dr. Roberto Fulcar E.


Al considerar la brecha de oportunidades como fuente de primer orden en la generación y reproducción en el mundo de las cadenas de pobreza, y ganar fuerza la idea de que el acceso a la información y el conocimiento dejaron ya de constituir aspiraciones suntuarias reservadas a exclusivos círculos de la ciencia y la academia, para convertirse en necesidad de primer orden y derecho fundamental del ser humano, la civilización presente reconoce a la educación un valor sin precedentes.

Es la presencia del más reciente salto histórico en la función asignada a la educación desde los albores de la humanidad, cuando se reducía a un subproducto de la vida en sociedad o de las actividades productivas en las que participaban los miembros de la comunidad, antes de pasar a convertirse, con el desarrollo de las formas sociales de producción, en una actividad que asumieron miembros especializados de la sociedad; hasta que surgieron los Sistemas Educativos Públicos o Estatales, cuando los Estados descubrieron la enorme influencia de la educación en la gobernabilidad y en la producción de la riqueza, y reclamaron para sí la función educativa.

Desde entonces, la historia de dichos Sistemas se identifica por la sucesión de los objetivos que se han propuesto en diferentes momentos históricos. En América Latina, en las últimas décadas, los Sistemas Educativos han pasado por tres grandes momentos: Primero fue la alfabetización, después la cobertura y la equidad, y hoy día vivimos el tercero, centrado en la lucha por una educación de calidad social; es decir, para todos y todas.

Inmediatamente después del triunfo de las jóvenes repúblicas latinoamericanas sobre el colonialismo, la alfabetización fue su meta educativa. Se trataba de preparar a los hombres, que hasta entonces habían sido súbditos, vasallos o esclavos, para la nueva condición de ciudadanos y se pensaba que, para ello, aprender a leer y escribir era imprescindible.

Más tarde, con el progreso de las ideas democráticas, la cobertura y la equidad pasaron a ser los objetivos generales de los sistemas educativos. La educación, de ser un privilegio de algunos dentro de la sociedad, de estar incluso prohibida para otros, llegó a ser un derecho de todos; se transformó así en una obligación del Estado Democrático que debe proporcionarla a todos por igual.

Actualmente la meta fundamental educativa en Latinoamérica y, probablemente, en todo el mundo es la calidad de la formación que el estudiante recibe del sistema educativo, entiéndase las competencias del egresado del sistema.

Y lo es aún más en un contexto regional y global en el cual ni el oro ni el petróleo; ni la tierra ni los ejércitos son activos capaces de desafiar el valor que representan los recursos humanos educados, formados y comprometidos; es decir competentes. Porque ya no son los viejos poderíos, sino la información, no son las apetencias, sino las competencias; ya no son las riquezas tradicionales las que hacen grandes a las naciones, sino su éxito en garantizar sostenidamente a todos/as sus ciudadanos y ciudadanas una educación de calidad social, mediante un sistema caracterizado por la pertinencia, la relevancia, la eficiencia y la eficacia.
Un sistema educativo así concebido, requiere disponer de recursos profesionales de elevada calificación en lo científico, lo pedagógico y lo metodológico, de competencia académica y sensibilidad social; orientados por el horizonte de un planeamiento estratégico, sustentado en la fiabilidad del dato resultante de la investigación, la evaluación, la supervisión y el seguimiento sistemáticos, como forma de ir superando la que, a nuestro modesto parecer, constituye la más grande deficiencia de los países latinoamericanos, que es la indigencia estratégica, esa insostenible tendencia a buscar soluciones cada día a los problemas de cada día, con los recursos de cada día y mediante las estrategias que se nos ocurran caca día.

Si partimos del hecho de que los resultados de más de un informe de Comisiones Internacionales que han pasado por el país, los juicios de las Asociaciones de Empresarios, de las instituciones dedicadas a la educación, de los estudios realizados por las universidades dominicanas y, en fin, de los resultados que se obtiene de evaluaciones como las Pruebas Nacionales, nos hablan de que la calidad de nuestra educación, a pesar de los avances obtenidos, es aún baja, no podemos concluir sino en que el logro de esa calidad educativa, considerada como un valor determinado por numerosos factores endógenos, exógenos y mixtos, es, por tanto, un problema que tiene una importancia social de primer orden.

En esa perspectiva se ubica la invaluable contribución hecha al sistema educativo y la nación dominicana por parte de la Nova Southeastern University, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo y las demás instituciones articuladas en dos exitosos proyectos, como han sido la Maestría y el Doctorado en Liderazgo Educacional, ambos de alta competitividad no sólo por la rigurosidad científica, temática y metodológica en que se orientaron, sino también por la corriente investigativa que abrazan, en la que se propugna por la cultura de las soluciones de los problemas concretos de la educación, más allá del simple y repetitivo análisis quejumbroso de nuestras debilidades.

Aquí está el producto de un sostenido esfuerzo, en el cual la sociedad dominicana invirtió significativos recursos que los graduandos y las graduandas estamos en el sagrado deber de compensar, aportando lo mejor de nosotros a la causa de la educación, la democracia y el desarrollo con equidad; y que el Estado y los demás tomadores de decisiones tienen el deber y la oportunidad de incentivar, promover y aprovechar al máximo, sin imponer otros requisitos que no sean la cualificación, la disponibilidad al trabajo y la ética profesional .

Por ello, no representaría yo dignamente a esa prometedora generación de profesionales que constituyen los graduandos de la Maestría, y mucho menos a mis queridos colegas del Doctorado, si en su nombre y representación, como en el de la comunidad educativa nacional y el País no hiciera justicia al expresar profunda gratitud a la universidad de NOVA por la osadía de llagar hasta la República Dominicana con lo que al inicio parecía una quimera, al INTEC, por haberse convertido en su eficiente aliado estratégico; al gobierno dominicano, a través del Secretariado Técnico, La SEE y el ITLA, por el apoyo institucional y financiero que brindaron desde el inicio de los programas; así a la UCATECI, la Universidad Nordestana, las empresas y otras instituciones que contribuyeron a su éxito; y en la articulación eficiente de tantas actores positivos, a quienes han constituido la bujía inspiradora desde principio a fin, un equipo de gerentes liderado por los doctores Armando Rodríguez y Pedro Hernández.

Gracias inmensas a todos y todas, porque militamos en el convencimiento de que sin educación, la libertad no es más que una falacia, porque ¿puede concebirse libre a un ser ignorante?; sin educación, la democracia es una caricatura, que asume los ribetes de las más disímiles manipulaciones; sin educación, la justicia es una farsa, expresada por igual en circos cómicos que en circos trágicos; sin educación, el bienestar es un inducido capricho, que por minutos apunta a lo sublime y al instante puede asumir lo ridículo, que tanto puede abrazar motivos de vida como motivos de muerte; sin educación, la felicidad es una ilusión, similar a la del que llena sus manos del agua de la fuente, pretendiendo tener atrapada entre sus dedos la corriente; y sin educación, el porvenir es una sombra con garras que te arrastra a la caverna y vuelve oeste el horizonte.

Nos anima la esperanza de que los espacios, a veces más largos y a veces más cortos, pero casi siempre escabrosos, entre la realidad presente y el porvenir de la nación dominicana, deben encontrar en la educación el verbo humanista y la fortaleza solidaria para ser exitosamente vadeados; por cuanto estamos profundamente convencidos de que todo lo bueno que deseamos para nuestro país ha de contar con la educación para que prenda y sea sostenible, porque la educación es el puente entre el futuro y el presente.

Muchas Gracias!

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