Entre una y otra actividad (nuestros compañeros son expertos
en armar agendas sin respiro), hubo ocasión para compartir breves momentos
sociales con amigos y compañeros en Boston. El calor humano característico de
los dominicanos habita como marca perenne dondequiera que vive uno de los
nuestros.
Ellos batallan duramente fuera de su tierra, procurando una
vida más digna para los suyos; pero siempre teniendo sus corazones en la
República Dominicana, la media isla de donde nunca se mudan sus miradas ni sus
sueños, y de la que hablan llenos de amor y nostalgia.
Gracias a Don Favio y su esposa Doña Carmen e sus hijas
Rhina, Mirna y Carlín; a Carmen Paulino, Alfredo Arias y su esposa Sandra
Bautista, Darío Madé y su esposa Elba Polanco, Francisco Plácido, Herman
Castillo y su esposa Martha, a Saturnino (El Chory), José Fco. Ramírez,
Blanquito H., Henry Fonder, Juan Díaz,
Rodolfo Martínez, Hanoy Reyes, Doña Zoila, Pte. PRM, Manuel Tejeda, Ricardo
Rosado, Cianito Bautista, a mi cuñada Sonia y mi sobrina Sonalis, a Deisy y
todos los demás por tanto cariño.
Les deseo larga vida, salud y bienestar junto a los suyos, y que vean materializarse los sueños de Nación que compartimos.
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