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jueves, 17 de enero de 2013

PRD: Llorar, Reír, Avergonzarse?

Por:
Roberto Fulcar, Ed.D.
Vicepresidente Nacional y
Director de Políticas de Educación del PRD.
Lunes 14 de enero de 2013.-
      
Nada bueno para el Partido Revolucionario Dominicano saldrá del juicio convocado para hoy en la Casa Nacional de la organización que ha escrito tantas páginas de lucha por la democracia y la libertad, por los humildes y los excluidos; pero que a la vez, tantas señales de sinrazón y absurdos manda en cada jornada interna.

Lo de hoy será una nueva entrega de la película que más parece representar nuestra marca partido: La ausencia de sentido común, de buen juicio y de racionalidad política. Será otra ocasión para cultivar dolor y venganza, con el indomable brío que nos hace falta para enfrentar al adversario verdadero.

Me apena ver que, consecutivamente, unos perredeistas lloran mientras otros ríen, como en guionado intercambio de papeles sobre las tablas, en una obra de la autoría del adversario verdadero, cuya mirada satisfecha contrasta con las penurias de un pueblo al desamparo.

Yo lo vi en el proceso electoral interno del 2009 para escoger las autoridades del partido, una gran siembra de tensión y conflictos que se llevó de paro viejas querencias, amistades y peñas, y en la que tras cada “caso cerrado” quedaba una herida abierta, tan profunda que no podía cerrar antes de la próxima contienda en la que se abriría una nueva.

También lo vi en la convención para escoger candidaturas congresuales y municipales, que nos llevó al arbitraje de la JCE, donde en cada juicio reía un ganador, lloraba un perdedor y se debilitaba el partido al que se le sentaban líderes locales y cuadros con arraigo, que terminaban abrazando la anti causa de “hacer perder” a sus propios compañeros.

Lo vi en las elecciones congresuales y municipales del 2010, cuando en grandes como en pequeños conglomerados, por ejemplo, María Trinidad Sánchez, Pedernales, La Vega, San José de Ocoa, Sánchez Ramírez, Palenque, Villa Tapia o Bohechío, las lágrimas de las bases del PRD por las derrotas de Jesús Vásquez, El Papero, Fausto Ruiz, Pedro Alegría, Ñeñe, José Manuel Mejía, Marlín Martínez y Policarpio Sánchez -explicables sólo en el hecho de que aquí puede hacerse de todo y no pasa nada-, contrastaban con expresiones de connotados perredeistas eructando en público frases como esta: “ahí está, ya se la cobré” o “no fui yo, pero tampoco él”.

También lo vi en la Convención de marzo 2011, cuando el trato que se dispensaban los actores del proceso parecía más una guerra a muerte entre enemigos irreconciliables que una contienda democrática entre compañeros llamados a participar más adelante unidos tras el mismo propósito.

Lo vi en el proceso electoral del 2012, durante el cual unos compañeros concebían la posible victoria de nuestra boleta como dos golpes simultáneos, uno afuera y otro adentro; mientras otros compañeros la consideraban como la peor fatalidad que les podía ocurrir a sus carreras políticas. Y por esa absurda lógica, vi unos llorar y otros celebrar la derrota electoral de mayo 20 de 2012.

Yo lo vi en los rugidos de muchos dirigentes, en la reunión de la Comisión Política del mes de junio de 2012, que clamaban por la expulsión del compañero Miguel Vargas del partido, guiados por el entendible estado de ánimo de una injusta derrota aún caliente, que entre todos pudimos evitar.

Lo vi tras las decisiones del Tribunal Superior Electoral -TSE-, cuya sentencia, con la prisa de anular las resoluciones de esa Comisión Política, modificó por vía de hecho hasta el Estatuto del PRD, mientras alegaba en el mismo texto que no podía intervenir en los procesos internos del partido.

También lo vi en una sentencia posterior de ese organismo, anulando al vapor las citaciones a juicio a los compañeros Hipólito Mejía, Andrés Bautista, Orlando Jorge Mera y Geanilda Vásquez, por parte del Consejo Nacional de Disciplina, bajo el alegato de que tal citación no fue correctamente canalizada.

Lo vi luego en la reciente desestimación, por parte del mismo TSE, del recurso incoado por Mejía, Bautista, Jorge Mera y Vásquez, en un dispositivo del organismo arguyendo casi lo contrario de su alegato en la decisión anterior, en un visible círculo de contradicciones de un tribunal asido a un lazo en cuyo origen posa la mano del adversario verdadero del PRD.

Y estoy seguro de que lo volveré a ver hoy en el juicio convocado para la Casa Nacional del partido, a donde muchos compañeros de ambos lados se presentarán y, aunque ruego para que no ocurra lo peor, no tengo dudas de que cualquiera que sea su resultado, sólo servirá para que, una vez más, unos rían otros lloren, mientras donaremos al adversario verdadero nuevos insumos propagandísticos para la campaña electoral del 2016.

Gente con mucha más historia y méritos que yo en el Partido dirían que han visto muchas más veces a unos llorar y a otros reír en el PRD; hasta podrían recordar las lágrimas o las risas de Juan Bosch, José Fco. Peña Gómez, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta o de otros. Tendrían toda la razón!. Pero también recordarán que ninguno de esos casos devino en ganancia real para nadie que no fuese para el adversario verdadero.

Y cada vez que unos lloran y otros ríen, se alejan las posibilidades de un escenario en el que todos los y las perredeistas podamos celebrar junto al pueblo. Es esa la debilidad nuestra que hace ver más fuerte y genial de lo que es al adversario verdadero, y la que avergüenza a muchos entre los que me encuentro.

Seremos capaces de cambiar eso, cuándo?.







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