En un
acto sencillo, sin estridencias, la Convergencia por un Mejor País ha
presentado hoy sus primeras credenciales.
Sin
ser un lanzamiento, que habrá de venir más adelante, mostró su cara de
optimismo y compromiso, sus músculos adolescentes asentados sobre los genes del
1844, de la Restauración, de abril o de las miles de pequeñas batallas ciudadanas,
muchas veces invisibilizadas por el control mediático de las peores fuerzas, y
también de las peores plumas y bocinas, sirviendo a los peores intereses.
Discursos
cortos de largo alcance, actuaciones en actos breves pero abrazantes, aplausos
y abrazos que compitieron por el protagonismo de una jornada en la que
prevaleció como ampliamente mayoritaria la lógica de lo colectivo, fueron
abriendo paso, en rieles de tabla y canto, al compromiso con lo trascendente.
Como
he dicho decenas de veces en tantos escenarios de los que hemos tenido que compartir
con mis compañeros y compañeras del PRD Mayoritario, no se trata del conteo
aritmético de sumas de pedazos, sino del parto abundante que espero devendrá
del vientre fecundo de la unidad seria, sincera, no utilitaria sino
compromisaria de lo mejor de la patria.

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