75 Años Esperando por el Día del Maestro
Por:
Roberto Fulcar, Ed.D.
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Setenta y cinco años después, la intencionalidad
atribuible a esa iniciativa aún no ha encontrado concreción, pues la sociedad dominicana,
cursando ya la segunda década del siglo XXI, utiliza aún a sus educadores y
educadoras cual servilletas a las que, después de limpiarse las manos con
ellas, se les tira al zafacón.

Igual ocurre si se ejerce en cualquiera de los niveles,
modalidades y sectores de la educación, lo común y lo esperable es que las
limitaciones materiales acompañen al educador durante todo el trayecto de su ejercicio.
Eso lo saben nuestros jóvenes al ingresar a las universidades, por eso no les
atrae estudiar educación si tienen posibilidades de abrazar otra carrera con mayores
expectativas de colocación laboral; también lo saben sus padres, que no les
motivarán a inclinarse por el magisterio, y así lo sabe su entorno, por las
mismas motivaciones.
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Devengando bajos salarios, la mayoría sin un techo
propio, sin oportunidades para capacitarse, actualizarse y recrearse sanamente;
sin adecuados incentivos profesionales y sin el debido reconocimiento oficial;
pero también con medios e insumos educativos que hacen casi imposible una
práctica docente digna y decorosa; mientras el sistema de retiro no le permite
una vejez digna y tranquila, el magisterio nacional carga con una dura vida de
limitaciones y prohibiciones.

Quiero llevar hoy a mis inseparables colegas educadores y
educadoras mi pensamiento más alentador, cargado de optimismo y esperanza, bajo
la certeza de que alcanzaremos el día en que cambiaremos esta dura realidad por
una más feliz y fructífera. Es una invitación a llevar nuestro trabajo con la
frente en alto, reiterándonos en lo que somos.
Santo Domingo, República
Dominicana
30 de junio de 2014.-
30 de junio de 2014.-
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