Han concluido noventa y cinco años que besaron dos siglos, perfumando de dignidad y decoro al mundo entero, regando rocíos libertarios por los pueblos, encendiendo la luz de la libertad entre los oprimidos del planeta, probando la superioridad del amor y la solidaridad sobre absurdas fobias y marginaciones de toda especie.
El icono que trascendió, por su costoso ejemplo, a todos los continentes, sin que las montañas le impidieran avistar los seres de toda la tierra, ni océanos se interpusieran en su universal caravana de esperanza, ni los idiomas pudieran hacer barrera contra la contundencia de su mensaje sustentado en férrea base de amor, ha hecho pausa hoy.
Habrá de iniciar ahora nuevas aventuras por los infinitos valles de la trascendencia y la inmortalidad que la humanidad reserva para el exclusivo club de los gigantes, entre los que sobresaldrá por siempre, por su impronta, el nombre de un humilde ciudadano del mundo llamado Nelson Mandela.
Porque los gigantes como él no mueren, sino que parten para volver siempre!
Diciembre 05 de 2013.-
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